Y utilizando como atril una de nuestras fotos, trataré de escribir
Quien sabe si un poema o un relato en prosa, acerca de nosotros
De pasados amores, de profundos pesares, quizá de desencuentros
Mostrándome dichosa en ocasiones y en otras un poco triste por ir
Contracorriente en una relación cuyo sentido se me escapa y huye
Como evita el témpano de hielo a los rayos del sol en la mañana
O como la flor intenta huir de la escarcha que su fulgor destruye
O como la doncella quiere dejar fuera al calor bajando la persiana.
Una vez terminado el poema, por largo que este sea
Trataré de olvidar el tiempo que perdimos en amarnos
Y aunque fuese bonito, tal vez no debimos quedarnos
Al menos no para volver a prender de nuevo aquella tea
Que encendió nuestras almas como si fuesen yesca
Que inutilizó para siempre lo que era nuestro orgullo
Casi siempre consigue un pez aquel que va de pesca
Y aunque esto parezca una verdad de las de perogrullo
No es menos cierto que el amor se satisface con momentos
Muchas veces alegres pero tampoco demasiado, no vaya a ser
Que de tantas alegrías nos dé por volvernos locos de contento
Y en plena vorágine de risas, el sentido del chiste esté por ver
Y si ocurre alguna vez que ni tú ni yo lo hayamos comprendido
No debemos pensar que la inteligencia nunca estuvo a la altura
Es sólo que el dilema requería una cierta dosis de bendita cordura
Y de tanto reflexionar, los vapores del aburrimiento te han vencido.
Un día, como he dicho, arrancaré una hoja de aquel viejo cuaderno
Aquel que compré virgen y que luego abandoné una vez profanado
Y cuando el poema en verso o el cuento en prosa esté ya terminado
Y aunque lo escrito parezca a todas luces pelín ñoño, tal vez tierno
Trataré de incluir en el escrito todas las enseñanzas,
Compilando emociones como quien cuenta hazañas
Tal vez no comprobadas, que provocan las chanzas
Que suelen formar parte fundamental de la tela de araña
En la que ahora mismo estamos enredados, atrapados en la seda
Esculpida por el arácnido que vive en soledad, buscada arteramente
Y se alimenta de otros insectos que vuelan de una forma inconsciente
Y cuyos cuerpos, como si fuesen de papel, bien atrapados quedan
Hasta que el dedo pulgar del dios de los destinos apunta hacia abajo
Y viene la araña y de una forma muy profesional acaba su trabajo
Quedando en el aire lo que de una vida efímera sería el colofón
Y el veneno sin cura acaba por paralizar del todo el corazón.
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No conozco a la araña, pero he podido sentir como el veneno
A través de mi piel llegaba a las entrañas, y una vez adentro
Ha destruido todo lo que en mi interior hubo una vez de bueno
Impidiéndome así, ahora para siempre, el salir a tu encuentro.
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